lunes, 29 de agosto de 2016

TRANSFAGARASAN: Tocando el techo de Rumanía

La 7C, la carretera más alta del país, votada por el programa televisivo Top Gear como la mejor carretera del mundo, es una experiencia inolvidable al volante. Esta carretera de dos carriles acomete audazmente la cordillera más alta de Rumania, las montañas de Fagaras. Denominadas por Emmanuel de Martonne en 1907 como “Los Alpes de Transilvania” son sin duda las montañas más impresionantes del País.


Carretera de Transfagarasan
La carretera de Transfagarasan, el proyecto más celebrado de Ceaucescu, se construyó en la década de 1970 en solo cuatro años y medio antes de su inauguración en 1974. Fueron necesarios seis millones de kilos de dinamita para explosionar 3,8 millones de metros cúbicos de roca y 38 personas murieron durante su construcción. El proyecto encajaba con la megalomanía del dictador, pero también respondía a otros motivos prácticos. Aunque haya otras rutas al este y el oeste que garantizan más fácilmente la comunicación norte-sur, parecía sensato asegurar el paso de los Cárpatos por la frontera tradicional entre Valaquia y Transilvania por si atacaban los soviéticos (Como habían hecho en 1968 en Checoslovaquia).

La carretera comienza en el sur, en Pitesti, y acaba al norte, en la carretera 1 (118 km en total): lo habitual es recorrerla desde el norte, donde tras 35 km se llega al inolvidable lago glaciar de Balea (2034 m).

Vista a los pies de la Cascada Balea
En nuestro caso comenzamos por el norte. Después de salir de la carretera 1 desde Sibiu, la conducción se pone interesante a partir del km 12, cuando la carretera inicia una serie de curvas cerradas a través de un bosque frondoso. A medida que se asciende, la roca sustituye a los bosques. Antes del km 20 los oídos se taponan y en el km 22 se llega al refugio Cabana Balea Cascada. Allí, las vistas de 360° son espectaculares, con acantilados y la gran cascada blanca. 

Hay puestos de recuerdos, un restaurante y el refugio, además de un teleférico que sube hasta el lago Balea. Desde el refugio, comienzan una serie de rutas de senderismo, entre las cuales, una que sube hasta el lago. En nuestro caso, tomamos la ruta de ida y vuelta que llega hasta los pies de la cascada, ya que hasta el lago subiríamos por la carretera. Una vez bajo la cascada, impresiona la fuerza con la que el agua rompe tras varios metros de caída libre que asemeja a un relámpago en un cielo nublado.

En invierno, cuándo la nieve lo cubre todo, si se quiere llegar hasta el lago Balea, hay que dejar el coche en Cabana Balea Cascada y subir con el teleférico hasta arriba ya que la carretera permanece cerrada desde este punto de octubre a mayo. En nuestro caso, al acudir en pleno agosto, no tuvimos ningún problema en ascender hasta arriba con el coche.



Tienda y bicicleta en el Lago Balea esperando  la noche
Recorrer completa esta carretera, a menudo apenas separada del abismo por arcenes estrechísimos, con panorámicas asombrosas tras cada giro, supone toda una aventura. Si cruzar estas montañas en coche ya supone una gran aventura, nos encontramos con algunos valientes que se proponían hacerlo en bicicleta, algo apto solo para los deportistas mejor entrenados. Pero sin lugar a dudas, todo el esfuerzo estaba mas que recompensado a la llegada al Lago Balea, donde algunos se veían obligados a pasar la noche para continuar con el descenso a la mañana siguiente.
Es importante recordar que esta ruta no la recorre ningún transporte público, por lo que la única forma de llegar hasta este punto es mediante transporte privado.

Los restantes 13 km de subida hasta el lago, entre tremendas vistas, son un laberinto vertiginoso en zigzag que parece estar inspirado en un scalestrix.

El clímax llega en el lago Balea, que se extiende como un espejo entre las rocas. Junto al lago se encuentran varias Cabañas con restaurante y habitaciones, además de los numerosos puestos de venta ambulante de productos típicos al pie de la carretera. En invierno se construye el Ice Hotel, con paredes, pasillos, pilares, camas y esculturas de hielo.

Lago Balea
Puesto de gastronomía típica en la carretera a la altura del Lago Balea

Nevero estival en Lago Balea 
Después de respirar aire puro y pisotear algún nevero aún intacto, dejamos el lago para comenzar el descenso. Tras un túnel de 887 m de longitud excavado en la roca bajo la cresta del pico Paltinu, la carretera emprende la bajada, ya menos espectacular por la cara sur a lo largo del valle de Arges. Después de volver a entrar al bosque, cuando podría parecer que se había terminado lo bueno, la carretera llega de pronto a orillas del bello lago Vidraru y cruza una espectacular presa abovedada de 165 m de altura, aprovechada para la producción de energía en la central hidroeléctrica colindante.

Panorámica desde la presa del Lago Vidraru, uno de los principales atractivos de la carretera 7C
Presa abovedada de 165 m de caída (izquierda) y monumento a la energía en la central hidroeléctrica (derecha)

Más allá del lago, muy cerca de la carretera, se levanta la ciudadela de Poienari, el “verdadero” castillo de Vlad Tepes. En este bucólico valle, y fantaseando con un tiempo en el que por estos bosques imperaba la ley del miedo, pusimos fin a nuestro viaje.

Ciudadela de Poienari



Texto: Enrique de Paz

Fotografía: Silvia Blanco

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